Fueron seis los expresos de Guantánamo que arribaron en
diciembre de 2014, mediante un tratado con Washington. El más notorio fue Jihad
Diyab. Los otros cinco también cuentan.
Las personas somos todas distintas y, por cierto, los seis exreclusos de Guantánamo no escapan a esa regla.
Luego de haber arribado a Uruguay, allá, por diciembre de
2014, tuvieron mucha prensa, demasiada quizá. Los vimos pasear por el centro,
hacer las compras, preparar la carne ‘a su manera’ y luego asarla, jugarse un
picadito. Un día sí y otro también, “los de Guantánamo” se metían en nuestro
hogar, a través de la televisión, de la radio, de internet.
Con el tiempo, nos fuimos olvidando un tanto, y hoy sólo nos
quedamos con Jihad Diyab, cuyas reclamaciones al gobierno -acompañada de huelga
de hambre seca- porque, según dice, no se cumplió con lo pautado, nos tiene a
todos en vilo.
Esta semana, el canciller Rodolfo Nin Novoa aprovechó la
Asamblea General de las Naciones Unidas para gestionar un destino a Diyab, que
quiere reunificación familiar pero en un país árabe. Aún no se conocen
resultados de esas negociaciones, sólo que Jihad comenzó a tomar líquidos,
porque la idea no es morirse (o, al menos, esa es la presunción) sino juntarse
con los suyos.
Relacionamiento entre los exreclusos
Mientras Diyab encuentra el camino para lograr sus
objetivos, las otras cinco personas compañeras de infortunio que llegaron con
él, se adaptan al país, sin parecer compartir las medidas de Jihad. Tampoco
tienen por qué hacerlo. Cada uno sabe dónde aprieta el zapato.
El palestino Mohammed Tahamatan visitó a Diyab durante su
huelga de hambre. Es el único del grupo que lo hizo.
La verdad que el sirio siempre actuó por la libre. Desde el
comienzo: en la carta que le enviaron a Mujica, agradeciendo y reclamando,
Jihad lo hizo por su lado; no acampó frente a la embajada de Estados Unidos
junto al resto; en la reunión con Nin Novoa donde fueron a exigir que se
cumpliera con lo prometido, Diyab pidió diez minutos a solas con el canciller;
y, por último, en lugar de huelga de hambre, los cinco exreclusos optaron pro
enviar una carta a Cancillería donde constaba el malestar con la forma en la
que Sedhu dirigió la asistencia hacia ellos.
Caras&caretas
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