Un productor de la zona
rural de Batlle y Ordóñez, dedicado a la producción de lanares, sufrió
importantes pérdidas ocasionadas por el ataque de perros a su majada, que
dejaron un saldo de 40 lanares muertos y más de medio centenar con heridas que
ameritarán su sacrificio. Según manifestó el
productor a Radio 96.5 Cerro de Nico Pérez, este episodio no sólo reviste
consecuencias en cuanto a la pérdida económica personal, sino que también
conlleva un factor social, con personas que se ganan sus jornales con tareas
vinculadas a la explotación de lanares, en una suerte de efecto multiplicador:
los esquiladores y maquinistas ya saben que cobrarán 60 o 70 vellones menos, y
así sucesivamente.
Otra pérdida paralela a la de los animales perdidos, y
difícil de cuantificar, es la resultante del estrés que produce en el resto de
la majada el hecho de no poder dormir o comer producto del acoso al que son
sometidos, en este caso, por los perros.
Históricamente, las pérdidas en su establecimiento eran producto de otros
factores: desde casos de abigeato que se repetían hasta una o dos veces por
semana, hasta las muertes producidas por incursiones de jabalíes, y si bien se
registraban las pérdidas producidas por perros o zorros, nunca se daban en la
escala de este caso. El ataque presente dejó un saldo de animales 20 muertos,
20 con heridas de tal entidad que debieron ser inmediatamente sacrificados, y
unos 50 con heridas, de los cuales aproximadamente la mitad deberán ser
sacrificados, mientras el resto, con muchos cuidados podrían salvarse, pero
conservando secuelas.
Más allá de haber tenido, en su concepto, una buena respuesta policial, por la que se mostró agradecido, la situación no es halagüeña: “Si el productor se cansa, suspende la producción, y vende o malvende los animales, los problemas no se terminan, las consecuencias para el campo no tardan en pasar factura: el terreno se ensucia, crece la carqueja, la chilca, disminuye la cantidad de gente recorre los campos”, lo que vá generando condiciones para que animales como perros o jabalíes proliferen, y se hace difícil poner límites a personas con malas intenciones.
Fuente: ArequitaDigital - Imagen ILUSTRATIVA
Más allá de haber tenido, en su concepto, una buena respuesta policial, por la que se mostró agradecido, la situación no es halagüeña: “Si el productor se cansa, suspende la producción, y vende o malvende los animales, los problemas no se terminan, las consecuencias para el campo no tardan en pasar factura: el terreno se ensucia, crece la carqueja, la chilca, disminuye la cantidad de gente recorre los campos”, lo que vá generando condiciones para que animales como perros o jabalíes proliferen, y se hace difícil poner límites a personas con malas intenciones.
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