lunes, 21 de diciembre de 2015

NO LA VEMOS...

¿Por qué los uruguayos no se benefician del petróleo barato?
 La abrupta caída del crudo en los mercados no llega al consumidor uruguayo por diversas razones: impuestos, márgenes de intermediarios y los números de ANCAP
   
Cuando el barril del petróleo bordeó los US$ 150 por barril a mediados de 2008, un litro de nafta Súper costaba en Uruguay $ 33,7 por litro. Hoy con un crudo Brent a menos de un cuarto de ese valor

(US$ 37 por barril) el mismo litro de gasolina cuesta al público $ 42,5. Cada noticia diaria que llega de los mercados internacionales anunciando un nuevo mínimo del petróleo, termina crispando el mal humor de los empresarios y consumidores uruguayos, que consideran que ese desplome del commodity no se traslada a su bolsillo debidamente. Y más aún luego que la ministra de Industria, Carolina Cosse, descartara hace pocos días una probable rebaja de las tarifas para enero debido a que ese margen se lo comerá la suba del Imesi a los combustibles que aplica cada año el Ministerio de Economía y Finanzas.

El barril de crudo en pesos para ANCAP cerró el viernes 25% por debajo de su paramétrica de costos de importación.

¿Por qué razón entonces las tarifas de los combustibles no bajaron en la proporción que lo hizo el crudo? Hay varios factores que están pesando en el precio por litro de nafta que se paga en el surtidor. En primer lugar, la elevada carga impositiva que aplica Uruguay, así como la evolución de otras variables como la inflación, la cotización del dólar –dado que el ente petrolero compra el crudo en dólares pero factura en pesos– y los márgenes que el ente petrolero le paga a distribuidores, fleteros y estaciones de servicio. A eso hay que sumarle los costos internos de ANCAP.

El expresidente de ANCAP y titular del Comité Uruguayo del Consejo Mundial del Petróleo, Andrés Tierno Abreu, comentó a El Observador que a nivel global la comercialización de combustibles está definida por dos modelos bien definidos. Uno como el que aplica Estados Unidos donde la carga impositiva sobre la venta de los combustibles al público es prácticamente nula. Luego está el caso de varios países sudamericanos (incluido Uruguay) y europeos donde la carga tributaria tiene un "componente altísimo". Explicó que eso lleva a que cuando se registran fuertes descensos en los precios del petróleo –como ocurre hoy– el consumidor final no lo vea reflejado en su totalidad. En ese sentido, indicó que con una carga de impuestos que ronda al 50% del precio en surtidor, cuando el petróleo cae a la mitad, eso implica que el costo de importación termine pegando en 25% en el precio que pagaría el consumidor. 
EL OBSERVADOR




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