Esto fue en el barrio East Parkside de Philadelphia, cuando el hombre ingresó a un comercio con intenciones de pedir cambio quizás, mostrando billetes en sus manos.
En un instante, toma una banana de un mostrador y se la guarda en el bolsillo.
Simulando tener un arma, la forma de la fruta en su bolsillo generó el miedo necesario para que la empleada, sin dudar demasiado, entregara el dinero que había en la caja registradora.
El ladrón, sin apuros, se fue del local subiéndose a la bicicleta en la que llegó y luego se fue tranquilamente.
En un instante, toma una banana de un mostrador y se la guarda en el bolsillo.
Simulando tener un arma, la forma de la fruta en su bolsillo generó el miedo necesario para que la empleada, sin dudar demasiado, entregara el dinero que había en la caja registradora.
El ladrón, sin apuros, se fue del local subiéndose a la bicicleta en la que llegó y luego se fue tranquilamente.
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