
Andrés González tiene 35 años y es organizador de eventos. En octubre de 2014 se mudó junto con un amigo a una amplia casa del barrio Palermo de Montevideo, justo en la calle Isla de Flores, por donde pasan los tambores. Ese febrero descubrió que podía trabajar en casa.

“Con las Llamadas pago seis meses de alquiler”, confiesa a la AFP en el mismo espacio que acondiciona con bombitas de colores y en el que este año recibe a una treintena de personas que encontraron su casa en Mercado Libre, y pagan 2.000 y 3.000 pesos uruguayos cada uno (entre 60 y 90 dólares) para vivir seis horas de puro candombe, carnes asadas y cerveza.

Unas 100.000 personas de todo el mundo se cuentan año tras año. Ximena Martínez, gerente de la agencia de turismo receptivo Transhotel, dice que “los europeos aman las Llamadas, el año pasado vinieron 20 finlandeses que se emocionaron hasta las lágrimas y quieren volver”.
El pasillo de la pensión que conduce María Isabel Pérez lo conocen hasta los chinos. La mujer hace cinco años que ofrece su baño “a voluntad” y vende cervezas.
“Con lo recaudado pago muchas cuentas, teléfono, deudas y esas cosas. Aproximadamente cubro tres meses, si la llamada anda bien y no llueve”, afirma.
Nota: 24matins.es
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