
Con este nuevo sistema, se espera solucionar ese problema, que Basso considera el gran desafío de los últimos años.
El nuevo mecanismo aporta trazabilidad al proceso, porque dota a cada institución de un equipamiento básico que les permite verificar, a través de la cédula de identidad, que la persona es quien dice ser, y bajo declaración jurada manifiesta que su decisión no está motivada por una promesa económica.
2017 fue el último año en que se abrió el corralito mutual. En ese entonces, un tres por ciento de los habilitados a cambiarse de mutualista, es decir, casi 55 mil personas, optaron por un nuevo prestador.
En tanto el año pasado, casi 17 mil personas se cambiaron de institución de salud, aunque bajo un trámite más complejo que implicaba presentar una carta en la junta nacional de salud, argumentando que quería cambiarse por motivos económicos, disconformidad con el prestador o cambio de domicilio, las tres razones por las que se permitía dejar el centro.-
Subrayado
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